lunes, junio 19, 2006

Mitología: partes tercera y cuarta

-Estoy harta de esperar.
-Tranquila. Empieza a decaer la fiesta dentro de las murallas. Pronto Ulises abrirá las puertas y podremos entrar. No será una gran batalla. Será una gran matanza. Pero hay algo seguro: se harán cantos sobre nosotros. Será un gran día.
-Aquiles, eres un asesino. ¿Nunca pierdes esa sangre fría?
-No, no soy un asesino. Sólo quiero la gloria. Quiero que todos me recuerden. Y si para ello tengo que matar a medio mundo, lo haré y seguiré matando.
-Dioses, por eso Ulises me dijo que no me separara de ti. Si con eso lograras más fama te dejarías matar, maldito Pies Ligeros. Y si te matan demasiado pronto no podrás salvarle a él.
-Te equivocas en algo, Anaucäa. Ulises me conoce muy bien, cierto. Necesito una niñera. Pero no moriría por fama. Moriría por gloria.
-¿Y qué diferencia hay? La cuestión es que estarías muerto. ¿A quién le importa la gloria?
-Dime, ¿qué es la vida para ti? ¿Disfrute? No, no estarías en esta guerra. ¿Honor? Una mujer que lucha como un héroe no tiene honor, no hoy.
-Supongo que seguir viviendo. Eso es la vida para mí.
-Eso es otra manera de decir que no sabes lo que buscas. O tal vez no busques nada. Yo hace tiempo que sé cuál es mi camino.
-¿Sabes, Aquiles, que desde la muerte de Patroclo eres más catrastrofista? Antes hasta te había visto reír alguna vez. Desde entonces...
-Solo soy realista. Descansa ahora. En una hora empezará la segunda fiesta que tendrá Troya esta noche. La primera fue con vino; la segunda será con sangre.


-Amigo mío, todavía no me puedo creer que hayas muerto. Entré en la ciudad, abrí las puertas y resistí el puesto porque sabía que vendrías en mi ayuda. Siempre fuiste el más valiente de los hombres, el más arrojado. Muchos te recordarán como un psicópata, o como un loco, solo porque deseabas la gloria. Yo sé que los que mataste murieron en paz, vengados, que su asesino no dormía por las noches por temor a recordar. Pero que tenías que hacerlo. Por un sueño. Descansa, valiente. Yo guardaré tus armas, yo contaré tu historia. Tú mueres y yo sigo vivo, pero cuando yo muera tú aún vivirás.
Ulises se alejó de la pira del que fue el más fiero, el más capaz, el más potente de los guerreros. Hijo del Rey Peleo y de la diosa Tetis, señor de los mirmidones. Amigo. Aquiles.
-Bueno, ¿vuelves a casa, entonces?
-Sí, Anaucäa, me voy. Este infierno ya no es para mí. Que Agamenón se lo quede para él, pues es el que más ha perdido aquí, y el que más ha ganado. Fuego y honor van juntos. Preferiría no haber tenido tanto de ambos.
-Agamenón también se va. Creo que odia esta tierra más de lo que la odias tú.
-Entonces, maldita sea. Voy a preparar la marcha.

lunes, junio 12, 2006

Mitología, Segundo Fragmento

Hace algún tiempo (allá por marzo del 2005) colgué aquí un pedazo de una idea que había tenido, una forma personal de ver el mito de Ilión (Troya) y el posterior viaje de Ulises.

http://magoelener.blogspot.com/2005/03/mitologa-conversacin-primera.html#comments

Creo que con este segundo fragmento se entenderá mejor la situación que estoy construyendo, de manera que pueda presentar el tercer fragmento en un breve plazo.

Para los que no tengan ganas de leerse el anterior fragmento, un pequeño resumen: Poseidón exige a Ulises que deje de acostarse con Anaucäa, guerrera y heroína griega, a cambio de permitir el fin de la guerra en Ilión. Ulises, que aún ama a su mujer Penélope, acepta para así poder volver con ella a Ítaca.

Fragmento segundo:

-¿Qué has hecho qué?
-Entiéndelo, Anaucäa, sabes que jamás habría cedido. Tuve que jurar. Además tú y yo somos buenos amigos y nos divertimos juntos, nada más. No hay problema en esto. Al fin y al cabo, si funciona dentro de muy poco estaremos de vuelta en casa.
-Dioses, Ulises, no es eso. Odio que decidan por mí, y vosotros lo habéis hecho. Mi vida es mía y la usaré como desee. Maté a mi padre porque me quería para él, no voy a volver a dejarme llevar. Mis decisiones son mías.
-Eres injusta. Yo no tomé ninguna decisión, Poseidón no me dejó otra posibilidad que no fuera aceptar...
-¡Podías haberte negado!
-Sé razonable. Es la mejor salida. ¿O quieres que siga muriendo gente? Cientos de personas han muerto. Aquiles ya no volverá a ser el mismo, ¿vamos a dejar que se destrocen más vidas contra los muros de Troya?
-Lo sé, lo sé. Tienes razón, Ulises. Pero comprende que me sienta dolida.
-Uy, pues sabiendo cómo luchas, no me gustaría ser Poseidón cuando venga a, según sus palabras, darte la oportunidad de pedirle perdón. -Concluyó con ironía.

lunes, junio 05, 2006

El Nigromante Interior

No hay peor persona que un soñador decepcionado, porque sigue teniendo el sueño pero no la esperanza.

Soy un mago. Los magos somos gente que sabemos cosas, y que no tenemos miedo a preguntar si eso nos va a ayudar a saber más. Somos aquellos con los que cuentas cuando no hay otra opción, y muy a menudo no servimos de nada, pero, a veces, salvamos una situación comprometida.

Soy un soñador. Como todos los magos, creo. Soñamos cosas distintas unos de otros, pero nos entendemos porque, básicamente, todos nuestros sueños se reducen a lo mismo. Todo mago sueña con saber, todo mago sueña con ayudar. Todo mago, en el fondo, tiene fe, como mínimo, en sí mismo y en todos los demás. En mi caso eso se traduce en una deificación de la lógica y la creencia de que todo el mundo, dentro de su propia moral, es bueno.

Pero hay momentos en los que los sueños de un mago amenazan con romperse. Cuando la confianza en los demás es traicionada, cuando uno mismo se cuestiona su propio ser. Entonces el mago se vuelve arisco y brusco, y cada vez confía menos en los demás. Si no tiene gente que le ayude a recuperar la fe, poco a poco se convierte en la peor clase de persona. Tal vez, por analogía, podríamos llamarlo el nigromante.

El nigromante es cerrado de mente, se niega a asimilar ningún conocimiento que no haya encontrado por sus propios medios. No confía en nadie, y, por ello, no tiene problemas en traicionar a nadie, ni en hacer todo el daño que pueda.

Gracias a la suerte que tengo dudo mucho que jamás llegue a nigromante. Todo mago recorre, a veces, pequeños tramos del camino. Pero vuelve atrás si, como yo, tiene a gente que le ancla a lo que quiere ser.

Gracias a vosotros, que me ayudáis a pasar mis caídas y a volver al mago, puedo seguir siendo quien soy. Y gracias a los nigromantes que he conocido, unos cuantos, y a menudo los causantes de mis caídas, cada vez conozco mejor lo que me espera si me dejo llevar, y no quiero acabar allí.

Me gustaría que esos nigromantes de los que hablo recuperaran la esperanza, y con ello recuperaran su propia vida. Pero es un camino difícil de vuelta, y tienen que hacerlo solos, porque no permiten que nadie les ayude.

Porque no hay peor persona que un soñador decepcionado, pero tampoco hay persona que de más pena.

sábado, junio 03, 2006

My Generation, dirían The Who

Tengo miedo a mi generación.

Me explico. Algún día esta generación tomará las riendas del mundo, algún día nuestros papás y mamás dirán “estoy cansado de hacer que las cosas vayan bien, os toca a vosotros”, y tendremos que organizar las cosas entre nosotros.

Seamos sinceros, en esta generación (digamos los que ahora estamos de los treinta para abajo, y algunos más) hemos salido todos, de una manera u otra, malparidos. Hay quienes no tienen ninguna moral, quienes no tienen ningún conocimiento ni ganas de tenerlo, quienes no tienen ninguna inteligencia (por supuesto, todo esto no es excluyente, podría señalar a bastantes que cumplen dos de tres y unos cuantos que cumplen las tres) y, luego y a parte, un escaso dos por ciento que sí tienen todo lo anterior pero no tienen ninguna posibilidad de nada.

Y aquí empieza el problema, claro. Porque cómo nosotros, una caterva de cabrones y/o mendrugos y/o idiotas (como ya he dicho, no es excluyente) vamos a conseguir organizar una civilización, me aterra (no he incluido al otro dos por ciento porque esos, probablemente, viendo el panorama, intentarán volverse autistas, y si no lo consiguen solos ya les ayudará el resto).

Somos, y no exagero, cerrados de mente, ilógicos, negativos, violentos, indiferentes (si no va con nosotros, claro, al estilo de la cita de Martin Niemöller), vengativos, fanáticos (en el peor significado del término), ingenuos y/o malvados (por primera vez en la historia se pueden dar juntas ambas cosas), ofensivos, irracionales, egocéntricos, mimados (¡toda una generación mimada!), estúpidos, cobardes, irresponsables. En resumen, inútiles. Y somos el futuro.

Lo que nos espera resultaría divertido si no fuera porque tendremos que vivirlo. Esto, y solo esto, lo convierte en penoso. Porque vamos, que lo lees escrito y te partes la caja.