jueves, agosto 07, 2008

Boceto para una copia de Paul di Filippo

Empezar el relato con cinco páginas de descripción de una aldea selvática del África Central. Hablar de las chozas, de los árboles, de las plantas (frases del estilo de “bajo aquellos enormes árboles existía una vida de verde fuerza singular de pequeño tamaño pero gran abundancia, cuyos tonos blablabla…”), de los negros del tipo que dice bwana y de los negros del otro tipo, los que no dicen bwana, dejando claro que si hablo de eso es porque es una época victoriana, no por creer que pueda existir ninguna diferencia entre las razas. Incidir en eso, es más, sacar algún racista y humillarlo, que es una sociedad victoriana, pero yo soy un progre de pegatina.
Aquí meter la descripción de nuestro protagonista, Peter Armorystarsrivenson, caballero inglés y explorador gay. Dos páginas hablando de su familia y dando datos que no sirven de nada y que no volveré a usar en todo el relato.
Sir Armorystarsrivenson se va de safari una noche a cazar erefantes, que son una clase de elefantes con las trompas erectas, cuyo nombre científico es paquidermos cachondus, y entonces descubre al kaiser prusiano hablando con un extraterreste pequeño y azul de poesía renacentista mientras juegan al mus. A hurtadillas escucha la conversación y de ella deduce la localización exacta de las minas del rey Salomón, que resulta estar en lo más profundo de las selvas del Congo. Diez páginas.
Describir ahora cómo Sir Armorystarsrivenson, en lugar de ir al Congo, se va a Tanzania, a Somalia, a Bielorrusia, y a la Antártida, sin explicar por qué ni para qué. Conoce a personas que no volverán a aparecer. De cada zona hablaremos de entre cinco y quince páginas. Por lo demás, todo esto no sirve de nada.
Después nuestro protagonista va a París a conseguir un mapa del Congo, y allí conoce al amor de su vida, pero resulta que es un sádico psicópata con tendencia a la automutilación, lo cual no está bien visto en la sociedad victoriana, fíjate qué cosas, así que, con dolor, se separa de él. Contrata a un chico de clase baja para que le arregle el bajo de los pantalones de por vida y le hace un contrato indefinido que detallaremos durante dos páginas, y lo despide tres páginas después. No volverá a aparecer en el relato, pero dejamos claro como apunte final que es un ornitorrinco disfrazado y que dos años después se convertirá en primer ministro francés. Para acabar el total de cuarenta páginas de este bloque, describiremos como vuelve a su mansión en Londres sin haber conseguido el mapa, y como su kioskero de toda la vida le regala, con el periódico dominical, un mapa del Congo con las minas del rey Salomón minuciosamente señaladas.
La parte final son dos páginas. Nuestro protagonista se va al Congo y un brujo negro de cincuenta centímetros intenta matarle a mordiscos. Nuestro héroe escapa y, por azar, llega a las minas. El brujo le persigue e invoca a Chtulhu para que le mate, pero sale Ernest Hemingway y dice una frase de alguno de sus libros (nota: rebuscar algo en El Viejo y el Mar que pueda servir sacado de contexto). Chtulhu queda sorprendido, lo que aprovecha Allan Quatermain para bailar una polca, lo que expulsa al dios primigenio de vuelta a su sueño milenario. El brujo estalla en forma de confetti y Sir Armorystarsrivenson se vuelve negro. Fin.
He leído La Trilogía Steampunk de Paul di Filippo y es una auténtica vergüenza, un despropósito subnormalizante con pretensiones de grandeza y aires intelectualmente mesiánicos, que solo podría compararse de igual a igual a la basura absurda e inmunda que es la trilogía de Aquasilva de Anselm Audley, porque por no poder no se puede ni hacer una comparación del tipo “es infinitamente peor que”.
En las páginas de ese despropósito impreso al que llamaré libro por no encontrar ninguna palabra que pueda definirlo de verdad, y porque tiene páginas y tinta, y un editor y eso, nos encontramos una enorme cantidad de mierda envuelta en papel de aluminio para intentar que nos creamos que es una increíble obra de arte hecha en plata. E increíble es: increíble que haya salido de una mente humana no perturbada por vivir bajo una catarata constante de vómito durante años; increíble que alguien haya publicado esta fustaña insultante para los lectores que no tengan el encefalograma plano; e increíble sería que alguien pudiera llegar a disfrutarla.
Diré, resumiendo y para que se me entienda, que es como una mezcla entre el estilo lento y pesado de Tolkien, pero sin una historia detrás (imaginad que en El Señor de los Anillos no ocurriera nada, quitad todas las partes en las que pasa algo y rellenadlas repitiendo todas las descripciones, y quitad todas las partes de las conversaciones en las que avanza la historia y poned a Galdalf diciendo frases del tipo “he venido y he llegado, y por ello estoy aquí y no en otro lugar, pues me encuentro al final del camino que aquí me traía”), el estilo mesiánico de Coelho, pero cambiando el mesianismo espiritual por mesianismo intelectual, y el estilo tríptico y enrevesado de Goethe, pero sin tener ni puta idea de que la filosofía no es solo retórica.
Vamos, que si queréis leer este libro, os recomiendo un suicidio preventivo. Mi único consuelo es que, cuando se funde la policía artística mundial, este tío y Anselm Audley serán ejecutados juntos, atados, tiro en la cabeza a uno y al mar con ambos. Lo que no sé es quién se merece el tiro y quién morir ahogado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he reido un montón con esta crítica, me ha encantado ^_^

Anónimo dijo...

Me alegro de que te haya gustado tanto el libro. A ver si me lo prestas un día, que conozco alguien que se merecería leerlo.


Buenisima reseña, pero te ha faltado la puntuacion de la bazofi...perdón digo del libro. Recuerda que por mucho que digas, los numeros negativos no son una puntuación.

Anónimo dijo...

Coincido..yo ni pase del primer libro, es mas ni pase de las primeras paginas por somero aburrimiento...

Lastima, el Steampunk se merecia algo mejor..