Qué bonito es juzgar sin tener ni idea. Todo lo que es diferente es malo.
Sigo escuchando a gente que dice que el cómic japonés solo es violencia y sexo, pero, claro, no leen cómic. Son los que siguen usando la palabra tebeo despreciativamente, aquellos que hablan de volver a Heidi y Marco (extrañamente, ambos japoneses) y que piensan en Mortadelo y Filemón si les hablas de viñetas.
Sigo escuchando a gente que dice que el manga no tiene calidad gráfica, y que sus historias son absurdas, pero, claro, no quieren ver la expresividad, la enorme capacidad de representación que proporcionan esos estilos de dibujo (sí, hay más de uno y más de mil estilos en el manga, ¿qué creias, que solo eran ojos grandes?), no se fijan en las enormes diferencias culturales que nos separan y sin cuya comprensión lo normal es que no sepas de qué te hablan, las enormes diferencias idiomáticas, la carencia de traductores en condiciones del japonés (sigo queriendo LEER Nausicä, porque en la edición que se hizo aquí me gustó mucho el dibujo y estoy seguro que la historia, en realidad, era buena).
¿Pero a quién le importan los detalles? ¿Que Japón es uno de los países con una tasa de delincuencia más baja del mundo? ¿Que es uno de los países con un sentido del honor (recordemos que honor es muy parecido a ética) más estricto? ¿Y leen esos cómics hasta los más altos funcionarios y ejecutivos? Es cierto, debe de ser pernicioso para provocar que ese pequeño país sea uno de los más poderosos mundialmente, mientras nosotros, que nos mantenemos serios frente a ese tipo de locuras, no somos nada. Pero, si eso es ser un desviado social, cuando tenga un hijo quiero que sea un sociópata.
Triste, muy triste. Y nos consideramos civilizados.