viernes, junio 08, 2007

Sendas Monocromas

Anoche usé una ouija para comunicarme con los espíritus del pasado, con lo que fue en su día sol, luna y estrellas, y hoy no es más que oscuros y olvidados fantasmas de recuerdos.

Quise hablar con el más orgulloso de los mortales, Ramsés, Ozimandias, pero solo mi propia voz me contestó. Solo cuando quise hablar con la esencia de la redención le encontré, pues guardaba la puerta de marfil del laberinto en que ella vive. “¿Me recuerdan?”, me preguntó. “Únicamente cuando brilla el sol sobre el desierto”, le dije, y se entristeció.

Entré en el laberinto, preguntándome cómo había llegado yo allí, dónde estaba la tablilla que había de ser mi medio de comunicación, por qué infausto motivo estaba perdido en el fondo de la mente colectiva. Pero pronto olvidé mis cuitas frente a lo que se antojaba infernal jardín versallesco.

Vi un cartel que decía “Cuidado: Dioses sueltos” y tuve miedo. Para defenderme compré una botella de vodka a un estudiante Holandés de Erasmus que había llegado allí y no había podido volver.

Finalmente llegué al palacio de la redención y crucé unas puertas sobre las cuales, grabado a fuego por mil demonios del tercer círculo, ponía “¡Oh, los que traspongáis este umbral, abandonad aquí vuestras bragas!”, pero siendo como soy, un hombre, no me afectó demasiado. Me quité las bragas y listo.

Allí dentro estaba la redención. Empujé las grandes puertas, blanca una, rojo sangre la otra, rezando por una respuesta. Pero dentro solo había un millón de cuervos que gritaban. Gritaban. Gritaban.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Cuidado con los Holandeses... últimamente les gusta mucho ser barcos y condenar almas...

Anónimo dijo...

Ya sabía yo que no pones problemas cuando te piden que quites bragas

...

Anónimo dijo...

Pris, bueno, alma solo tienen los seres humanos, estoy a salvo.

Titxu, qué concepto tienes de mí, estoy escandalizado.

El Mago:*